ACRÓNIMOS
Ojeras rojas ominosas necesitaban de acurrucarse,
soñar.
Estoy saboreando fabulosas uvas, engullí recién zarzamoras
orondas.
Su orto blanco estaba reluciente. Buscamos imágenes amables, mas era nimio tanto
esfuerzo.
Regresó el grajo, regresó excelso. Sus alas relucientes agitó
soberbiamente.
Sube allá, loco, invariablemente
regresarás.
Ahora zambulliremos unas cámaras acuáticas recién adquiridas, después ordenaremos
salir.
Anoréxicas jovencitas evitaron napolitanos
azucarados.
Odio limpiar mierda, excremento, caca
ajena.
Señora estupenda, ¿no teme al Dios
olmeca?
Ríe último, boludo; intentaré esperarte
sentado.
Supo el ñoño ofrecerme
rubíes.
¡Oh, Dios infame! ¡Orificios salivados! ¡Alíviame,
Señor!
Siempre intenté lamer buenos anos, nunca dejáronme. ¡
Odiosas!
Alguien limpia armarios, recoge mugre, asea nuestro techo. Está
silbando.
Ahora, siempre que unto empanadas, reconozco otros sabores
alarmantes.
¡Siempre almorzamos la sardina
asquerosa!
¡A comer, cochinos! Intenten devorar ese niño, tráguenlo en
salsa.
Ahora, concluyes cada inútl día escapando, negando tu existencia sublime.
REGLA 2: La oración tiene faltas de ortografía.
Ridículo aquel zigzagueo, ocasionó nueve
accidentes.
¿Realmente esperas sobreponerte pensando insensateces? Reflexiona, aprende, ¡
razona!
Siento una debilidad oyéndote
respirar.
Ahora mi olfato recorre otros sobacos, otro
sudor.
Sus ojos bonitos recuerdo, eran verdes, intensamente verdes, inmensos… Recuerdo instantes
amorosos.
Sabes ofrecerte, bombón; regando el vino italiano, virtiéndolo inmoralmente, robándome indecentemente anoche.
REGLA 2: La oración tiene faltas de ortografía.
Sonreiría eternamente; nunca desfallecería: el romance oscuro
sobreviviría.
Rodando encontré caminos únicos, entonces, recorría diariamente otros senderos.
Imposibles metas intenté tocar. Así dejé olvidados
recuerdos.
Ahora, quisiera un
imitador.
Estoy notablemente triste; rehuí esa conmoción, opté rompiendo todo aquello dejado
aquí.
Ahora le esperamos, juegos antes no deseamos. ¡Oh, la atención sobrepasamos!.
REGLA 3: La frase anterior tienen errores.
Entre nosostros, TT, resistiré estas calumnias olvidando raudamente todas aquellas denuncias; alejándolas.
REGLA 2: La oración tiene faltas de ortografía.
Amantes, gozamos alocadamente cada hora asesinada, ¿dijimos algo?
REGLA 1: La oración no tiene como acrónimo la última palabra de la frase anterior.
Siento un suspiro, una rápida respiración
entrecortada.
Supe escribir dos últimas crónicas; "traeré otros relatos", apenas
susurré.
¿Respirar entre suspiros? Preferiría inspirarte ricas oraciones seductoras...
Ayer me acosté necesitando ese calor entre
respiros.
Níveas ilusiones nacieron formándole ósculos mágicos al nuevo amanecer.
No ingerirás nada frío, más aún, nada azucarado.
REGLA 1: La oración no tiene como acrónimo la última palabra de la frase anterior.
Sensual ombliguera lucías, untándote cremas impermeables, oleosa
ninfómana.
Esta xeroftalmía tiende raramente a verter agrias gotas azules, necesitamos tratarla; encontrarle solución.
Atentamente solicito orden, los acrónimos nos derivan odios medianamente
extravagantes.
Sentí un brusco impacto terminándome,
asolándome.
Anticomunistas, leguleyos, canónigos andaban nombrando zonzos. ¡Al río! ¡Exterminio masivo! ¡Oscuridad
súbita!
Sí, amor, la victoria
alcanzaremos.
Amor, únicamente la lucha armada
salva.
Eres sumamente puta. Andas serpenteando, meneándote orgullosa, diciendo incoherencias cuando
aúllas.
Esta soledad pasmante abruma mis ortodoxos días iniciando cada amanecerREGLA 2: La oración tiene faltas de ortografía.
Su incandescente lira envolvía nostálgicas caricias intentando olvidar salvajes anécdotas, mientras ella, naturalmente, temblaba
espasmódica.
Estreméceme mientras buscas abrazarme, regálame aquel zarpazo agridulce; dámelo así:
silenciosamente.
Sabores extraños dan urticaria, cortan intestinos, rompen matrices
embarazadas.
Sus ojos lo intuían, los ojos que un invierno osaron
seducirme.
Sutil olvido: ¿bajarás, acaso, raudamente los abnegados
soliloquios?
Sentidas ubres febriles, rojizas, inflamadas, me impresionaron. Elegí no tentarlas, osé
sobarlas.
No alcanzan rudos reproches a calmar incontenible opresión nacida entre
sufrimientos.
Odio reescribir; gracias al necio intendente zafado aborté cartas importantes, olvidé
narraciones.
El nuevo vicario idiota da ideas ostentosas sobre
organización.
¿Eres xenófobo, Cabeto? Intentaste traumatizarme acusándome neciamente; terriblemente
envidioso.
Intentamos no coger, aguantarnos noches, sólo aparentábamos. Besabas lentamente el miembro erecto, niña tremenda,
excitante.
Susúrrame
incansablemente.
Siempre odiamos buscar acrónimos con “o”,
sí.
Succionó un pene enorme, rico, muy exuberante. Rascó con ahínco dos olorosos
sobacos.
- ¡Santos autoservicios, Batman! Robaron ocho supermercados. ¡Ocho
supermercados!
Sacó unos buñuelos tiernos, eran realmente ricos. Algunos no estaban absolutamente
sabrosos.
Sigo articulando bajos ruidos, oscuros sonidos, onomatopeyas
subterráneas.
Esos simpáticos peruanos entregan ricos aperitivos, novedosos zumos de olores
sabrosos.
Ayer caminé entre pétalos tan ásperos, brindemos los
esperanzados.
Sarcásticamente aludió boludeces: interrumpió duramente un ríspido intercambio
aceptable.
Soy otro monje budista. ¿Realmente alcanzaré
sabiduría?
Soles ulteriores estallarán luminosos, absorbiendo
sombras.
Otros ríos insípidos les lamieron aquellas
suelas.
Y ahora me baño, oscuro,
solo.
Durante incalculables años fui al neuropsiquiátrico; orate
soy.
Sólo oscuros liberales esperan días amenos,
diáfanos.
Los indios más idiotas terminaron en
soledad.
Eres soberbio. Totalmente intransigente, exiges ridiculeces colmando, ostentosamente,
límites.
Sólo un boludo inmenso tomaría, al menos en nuestra tierra,
estiércol.
Sólo oscuros lirios iluminarían tanta angustia. ¡Rara ironía, asáltanos
súbitamente!
Ayer fui oso rojo intentando seducir muchas osas
solitarias.
Estas ninfas celestiales intentan mortales
aforismos.
Entonces nos casamos. Ahora, ¿no tendrás algo dorado o realmente amarillo? Me excita no tenerte
encima.
Suelo estimular dulcemente, usar corpiños excitantes, manosear
encantadoramente.
Siempre estuve cuando usabas esa lencería. Ahora
sedúceme.
Salpiqué este cuadro único a conciencia. Espero
secuelas.
Oro ruin, ganas inmundos amigos,
secuaces.
Su ingenua madre permitió oscuros sucesos: interminables
orgías.
Siete indios nómadas, feos, osaron no ir al
simposio.
Estos siberianos tienen interminables melodías. Ululares lastimeros amalgaman, nunca tan espectrales
sinfonías.
Soy un boludo. Recién estuve por toser inconscientemente, cuando ingerí alcohol. Mi estómago no tenía
estimulantes.
Soy un estúpido realmente; terminé usando demasiados amigos
subrepticiamente.
Otrora mis bellas, lindas, ingenuas gónadas, oscilaban
suertudas.
Suaves ósculos nacieron risueños, inquietos, entre nuestros dos
ombligos.
O sea, excepciones aceptamos. ¿Seguro?REGLA 3: LA frase anterior tiene errores.
Somos obtusos nombres sonriendo, intrépidamente, entre nuestras delimitaciones óseas.REGLA 1: La oración no tiene como acrónimo la última palabra de la frase anterior
No, orlando-torrecuadrada, reprimiremos más alegatos sonriendo.
¿Seguimos omitiendo
normas?
Los idiotas no dan esperanzas, zopencos amigos son.
¿Siempre oyendo
lindezas?
Azul mar, acoge rojos insectos livianos. Llévalos al
sol.
Realmente es neurótico: usa esas negras corbatas imaginándolas
amarillas.
Odiosa levedad vital, impones desidia, apatía,
renuencia.
E. sigue creando acrónimos para
olvidar.
Amores raros me atosigan. Rodando
escapo.
No andaré, te usurparé recuerdos alargando la espera, zafarranchos armaré.
Aves graciosas revoloteaban en silencio idílico. ¡Onírica
naturaleza!
Ojeé sus cuadernos. Uno relataba expresivamente cruentos intentos de
agresión.
Sácame esa xerocopia
oscurecida.
Siete espléndidos xilofonistas
ovacionáronlo.
Sólo acabaré bien adentro. No amor,
sexo.
Ósculo sabroso; cuando usas rímel indeleble desfallezco. Amor, desnúdame entre
sábanas.
Ayúdame, fiel lacayo, intenta guiarme incansablemente, disipando
oscuridades.
Apareciste pronto, robaste este corazón indefenso, así dejándome
afligido.
Es notable tu enseñanza, realmente apreciada.
Eres sensual, coqueta, rebelde. Indecente belleza impía. Recuérdame tomarte
entera.
Olvidé los viáticos, iré de autoestop… Recordaré escribirte.
Es sutil tu ironía, la
olvidaré.
Olvídalo, mejor imitaré tu estilo.
Si una norma transgrede una obligación, se
omite.
Sabes entrar como rey, eres todo oropel
suntuoso.
Ahora, cuando acabo, urdo demasiadas aranas leves. Antes, dejaba oír
secretos.
¡Oro puro! Imagínate, nosotros acaudalados.
El xenófobo calumnia raleas enfermas, mientras el normal también
opina.
En Tamaulipas existen riachuelos negros, asquerosos. Mira ese nadador, trae
excremento.
¿Eres xenófobo? Aparentemente ganas en racismo. Aparte, discriminas a mujeres, estúpidos, niños, todos enfermos.REGLA 3: La frase anterior tiene errores.
Esperanzas, traerá esta redentora naturaleza a mí. Esperemos no tarde exageradamente.Regla 2: La oración tiene faltas de ortografía.
Ahora podré recomenzar. Empezaré nombrándome de inmediato zar, así jorobaré eternamente.
Es sumamente tonto ufanarse presumiendo inquietudes de otorrinolaringología.REGLA 3: La frase anterior tiene errores.
A puros raquetazos el niño defendióse, iracundos zánganos atacaban. ¡Jabardo estúpido!
Regla 2: La oración tiene faltas de ortografía.
Si un consejo enseñas, darás
aprendizaje.
¿Nuestra unión estallará vibrante? Ojalá
suceda.
Si estamos, naturalmente, todos enojados, no cabrá inventar acrónimos
nuevos.
Es laudable ufanarse cuando uno bebe, riesgoso al comer. Incontables observaciones necroscópicas eso
sentencian.
Lamento asesinar majestuosas expresiones; no temo asesinarlas, bendigo leerlas… Es mejor entender nuestras tremendas elucubraciones.
Entre nosotros, toda otra noción cualitativa es superficial.
REGLA 3: La frase anterior tiene errores.
Estas xilografías cuentan el pasado: certezas inmortales, oscuras narraciones aberrantes,
lamentablemente.
Ayer tuviste aquella magia excepcional.
¡Escúpeme, sacúdeme! ¡Trátame rudamente! Ansío tenerte entera, gozando ingenuamente. ¡
Átame!
¡Oh! Intuyo saber tu
estrategia.
Si oyeras los últimos chismes intuirías odio, nerviosa antipatía. ¿Los
oíste?
No encuentro grandes oberturas con intensas ovaciones.
¡Soluciónalo!
Siete inmensas torres, ubicadas allá, colisionaron inhabilitando ocho negocios.
Sí, intento manipular pedantemente la estúpida
situación.
Sabré interrumpir nuestra infinita espera, siempre trayendo ridículas aventuras simples.
Otra noticia de un ladrón asustado dio órbitas
siniestras.
Afuera fabricaré los ocho rehiletes ondulados.
El naranjo cobijó aquellas naranjitas, todas amarillas, rubicunda ilusión
afloró.
Si esta nueva tentación infringiera realidades, me encantaría.
Dame imágenes sublimes, te abriré nuevos caminos invitándote a
sentirme.
Ojalá quisieras unir estas dos abismales distancias.
Ansío conocer aquella secreta oquedad.
Siento intensa química uniéndonos inevitablemente, ¿es real acaso?
Estaba sentado comiendo arroz sin opinar
siquiera.
Esto se torna oscuro. Realmente, buenos acrónimos resultan
escasos.
Intento no forzar ineficazmente nuestra intimidad. Ten, alza mi espíritu, no te
estorbaré.
Si espero no te ilusiono, me ilusiono; entonces no tardarás, ¿o
sí?
Omitir besos, sobre todo ante cuantiosas, ubérrimas lágrimas, opaca
sentimientos.
Estando sin ti, invento los
obstáculos.
Oboes bellísimos se escuchaban, clavijas usadas, estruendosas notas. Todos estaban muy ensimismados. No tenían
estilo.
Orangutanes trastornados olieron restos ruines, infectados. Notablemente, olfatearon los asquerosos restos, insertando narices ganchudas onde los otros guiaron,
obsecuentemente.
Él recetó grageas, último invento del otorrinolaringólogo.
Su último trago inició la muerte esperada. Nunca terminaría
erguido.
Su última canción inició orquestada sutilmente.
Suaves obleas fueron ingeridas sobre trastes asquerosamente
sucios.
Ovidio redactó grandes interpretaciones aristotélicas,
sofistas.
Su última frase redactó: "Id, mozalbetes imberbes, es necesario tener
orgías".
Sobrevivir a nuestro trauma ocasiona sufrimiento.
Es xenofóbico tener remedios eternos, mientras ideas deliran algunos dementes entre
santos.
Obsesos besos sentí entre ropas, visitando
extremidades.
Oíd buen servidor, este rapazuelo volverá enseguida.
Regla 2: La oración tiene faltas de ortografía.
Sobran unas cuantas ilusiones,
observé.
Risueño, otro ñandú osó salivarme. ¡Animal
sucio!
¡Siempre acabo lamiendo tus articulaciones roñosas!
Sin una razón ese ñandú optó
saltar.
Otro pueblo indómito, aquí crecen enormes orates sureños.
Orlando-torrecuadrada lamió voraz insectos deleznables, al retirársele los
opiáceos.
¡Ahora no! Únicamente lo olvidaremos...REGLA 3: La frase anterior tiene errores.
Olvidar las vicisitudes inmundas decidió. Antes, ruinmente las anuló.REGLA 1: La oración no tiene como acrónimo la última palabra de la frase anterior.
Sí, imposible manejarlo por otra salida. Intentemos olvidarlo.
Eres realmente ruin. Opacaste raudamente este
simposio.
¿Osan seguir? Terminemos esto, noten terrible ortografía salvaje, acrónimos malamente escritos. Nótenlo, tenemos errores.
Extraños xilofonistas concretan lúdicas uniones, intentando duos ardientes.REGLA 3: La frase anterior tiene errores.
Otra sensacion tan escalofriante nos turba, odio sentirme así, me encuentro nuevamente tristemente excluida.Regla 2: La oración tiene faltas de ortografía.
Orquídeas rojas galante usabas los lunes,
ostentosamente.
Ruego en zarzuelas alcanzar nuestro disminuido
orgullo.
Revitalízate; entrega ilusiones
rezando.
Suspirar, últimamente, siempre parece inspirarme risas. Amo
reír.
Soñé ojos bellísimos; radiantes estaban vitoreando inagotable vida intensamente. Reviví esa meditación osando
suspirar.
Siento obscenas brisas rasgando estas vestiduras, incitándome vivazmente. Recibo estos mimos silenciosamente.REGLA 1: La oración no tiene como acrónimo la última palabra de la frase anterior.
Si olvidamos las onomatopeyas,
sobreviviremos.
Entre nosotros, Tyria, resultaría encantador generar un encuentro más o nos oscureceríamos
solos.
Siento alguna leve voz amiga jadeando; excitado me encuentra... No temas,
entreguémonos.
Siento interrumpirlos, la última esperanza también acaba
salvajemente.
Obscenamente besé su culo, esas ninfas inquieto degusté… Amalgamé deseoso estas siluetas.
Esa lúdica esperanza va alegrando dulces
obscenidades.
Siempre anotamos notables goles, reclutamos inmediatamente esos nuevos talentos. Así mantenemos el nivel totalmente elevado.
¿Olvido beber sangre? En realidad, vivo asesinando
sangrientamente.
Es sujeto tácito, implícito. ¿Lo
observas?
Empecemos todos escribiendo raras notas al mestizo empedernido, nadie tiene
estilo.
Obituarios buenos escribiré. Describiré escenas catastróficas, ¡estaré riendo
eternamente!
Oblígame con un látigo; todo
obedeceré.
Su amor buscaré en lo
oculto.
Si empiezas no te intimidaré, mejor intentaré entender nuestra turbada obsesión. Sábelo.
Aquellas mentes obtusas reprimieron ingenuamente otros sentimientos.
A menudo imagino gloriosos
amoríos.
¡Oh, mi ninfa! Incestuosamente pienso reprimir esta soledad enervante… Necesito conquistarte, inquietante amiga.
Oscuros ríos gorgoreaban ubicuos llantos: lastimera
omnipresencia.
Entonces no tardaré, utilizaré sus incitantes amabilidades, seguiré mostrando orgullo.
Enamorarte no acarrea mayores obstáculos. Ríe amigo, ríe. Muestra
entusiasmo.
Sus inquietantes extremidades me prendaron... Rechazo enamorarme.
Soy el gran último inquisidor. Derribando otras religiones estaré
siempre.
Soy un buen revolucionario, este país tendrá incipientes combates. Iniciaré acarreando seguidores.
¡Salame! ¡Idiota! No irrumpas espiándome, sólo trata. Revelas acciones
subrepticias.
Sigamos inoculando, tenemos una alerta. Cada inoculación obstruye nuevas enfermedades siniestras.
Si ella no tardara importantísimos minutos intentando entrar, no tendríamos oscuras
situaciones.
Esos senos conmueven enormemente, nublan antiguos sentimientos.
Será ella dulce utopía, con ideas retorcidas, tontas
escenas.
Oblígame, bendita ramera, a seducirte.
Emulando mis propias acciones, crearé hacinadas
obras.
¡Olvídalo! Repito terminantemente: olvídalo. Guerras racistas apaciguaré finalmente, insistiré combatiendo a maleantes energúmenos, nunca tendré empacho.
¡Ahora, Cabeto! ¡Atrévete, senténciame
ortográficamente!
Ruido unísono, increpante, ¿no obrarás silenciosamente,
acaso?
¿Cuándo renovaremos esta casa? Está
ruinosa.
¡Otro ansioso xilófago tomando el postre! ¿Esperará crecer?
Odiosas liendres venían incrustadas desde
Oaxtepec.
Olvidaste callar unos ruidos recriminadores; insisto, dame
olvido.
Obedecí benévolamente viscerales intenciones; ahora reprimo lo
ocurrido.
Sigo intentando levantar esta nación, considero injusto obviarlo.
¡Obreros irlandeses, gauchos argentinos! ¡La aristocracia sucumbirá!REGLA 3: La frase anterior tiene errores.
Sí idiota, le estoy narrando canciones insospechadas. Óigalas. Regla 2: La oración tiene faltas de ortografía.
Sólo en nuestras silenciosas almas, caben inolvidables obituarios nunca antes loados en
silencio.
Sonriendo ahora gozo, recién acumulé doscientos acrónimos sensacionales.
Siento una furia reprimida, inconsciente; mi interior está negándola, tolerando ofensas
sagradas.
Olvidadizo corazón, ¿Inventarías odio si ofuscara
sufrimientos?
Sigo inclinado leyendo encíclicas nuevas con inquietud, olvidando sucesos ociosos.
Suavemente, el niño tornó incandescente. Rojizo levantose, anduvo
silencioso.
Rechazo esas zalamerías, odio sentirlas.
Amor, no obstruyas cada hechizo; entrégate, culmina estos
rezos.
Ofrecías besos cálidos en cada
anochecer.
Siento opresión por oír reproches inútiles, fatuos. Escuchar reproches obceca.
No inhalé gases extraños... Recuerdo inhalar algún notorio olor
soporífero.
Siento alguna tonta insatisfacción. Sólo fui al concierto cuando irrumpieron ocho
nigerianos.
Es sugerente tener opciones incestuosas cuando ansiamos satisfacción.
Es sumamente tonto, Orlando, incluso cuando aceptáramolas silenciosamente.REGLA 5: Sólo están permitidos los nombres de jugadores tal como aparecen en la tabla de puntaje.
Según obstinadas normas, reír es infringir reglas
estoicas.
-¡Ojo por ojo, rata!
-Tu ultimátum no intimida -dijo-. Antes de eliminarte
sonreiré.
Siento obnubilarte, belleza; ahora no doy
oportunidades.
Si el xilofonista usara anticonceptivos, lo estarían
sobando.
Oseznos novatos alcanzaron novatas intensamente salidas. Tenían ansias sexuales.
Osos libidinosos veneran, idolatran, dioses
onanistas.
Silbando una canción uniré mis brazos implorando
olvido.
Sus ojos están cerrados, ella sucumbió.
Repetí elocuentemente cinco opciones. No fueron objetivos, rechazaron todas; algunos no tan elocuentemente. ¡
Soeces!
Siempre es gozoso untarse infusiones reconfortantes.
Abriré puertas, ahuyentaré sufrimientos, inmediatamente olvidaré nuestro amor, no tiene explicación
seguir.
Antes hacía obras realmente
apasionantes.
Es sensacional, camaradas, a Phantom alcancé. Tengo otros retos, iniciaré ahora.
No entiendo. Generé alternativas tácitas; intuí, válidamente, muchos escapes. ¿No tienen
escapatoria?
Estoy sumamente trastornado, repetí acrónimos grotescos, obré negativamente.
Salmones olorosos lamí apetitosamente. Me encantaron; no tenían
estragón.
Su olvidó lamentaré. Ahora moriré esperando, neceando… Tengo esperanza.Regla 2: La oración tiene faltas de ortografía.
Salmo ilustrado: la esencia no contiene iluminaciones, oscuridad
solamente.
Sus únicos sentimientos placenteros intentaban cambiar algunas cosas indeseables, algunos
silencios.
Otro xilofonista iracundo manoseó ojetes resueltamente. Olvidó no evitar
suspicacias.
En nuestras tertulias usábamos silogismos inductivos. Armábamos, sabiamente, maliciosos
oximorones.
Silenció un beso. Rezó enérgicamente para tener ilusión. Cada imagen atraía momentos esplendorosos. Necesitaba tener
entusiasmo.
Sacó ocho botellas; recién entonces sacó agua ligeramente impura. Escanció nuestras tazas emborrachándonos
subrepticiamente.