ACRÓNIMOS
Siempre intento ganar
olimpiadas.
Estoy xerografiando tus raros anuncios, ñoño, aquí sigo.
En xerocopias tenías ramas amarradas. Ñoras amarillas secábanse. ---------
La oración carece de sentido (Regla 1).
Sólo entre ricos es normal ahorrar millones en naciones terriblemente
extrañas.
No olvides traer al bebé, lo endulzaremos
serenamente.
Solo, el gil unía ideas, redactando acrónimos
notables.
Islamitas norteados vislumbran, en nuestras ciudades inglesas, bombardeos. Las explosiones
seguirán.
Seré un sueño, un recuerdo rondándote, ¡oh
sí!
Siendo uno, sólo uno, resulta reconfortante obtener sinceramientos. ------ La palabra sinceramientos no es correcta.
Su enorme casa resulta estremecedora. Todos oímos
susurros.
Ninguna ilusión perecerá oculta. No existen
secretos.
Ayer, recios reyes estuvieron combatiendo incesantemente a ruidosos aldeanos
nipones.
A los que usan impermeable: manténganse insulados, sendas tormentas
arreciarán.
Él se parece al destacado
alquimista.
Ondas fotoquímicas recorrieron el cuarto, iluminando suavemente tu
espalda.
Obscenidades sugeriste; entretenimientos zoofílicos nos
ofreciste.
¡Soy oso! ¡No soy
osezno!
Retira esa insignia, no obstruyas, sonso.
El juglar empezó mencionando palacios lejanos, alejados
reinos.
Su inocencia es muy preciada... raro
ejemplar.
Soy otro mentiroso entrometido; témeme, eso lo oirás siempre.
Si eres xenófobo, usa a los extranjeros,
somételos.
Ella necesitaba tener esas relaciones asombrosamente
sexuales.
Siento intensos latidos en nuestros corazones intrépidos. Ocupas, sin advertirlo, mis entrañas. No te
enteras.
Su intuición le enseñó nuevos caminos. Iluminada, abrió los ojos
silenciosamente.
Séneca, el Consejo romano estará tomando opiniones.
Siléncialos.
Ocho bandidos se escondieron rápidamente. Vigilantes analfabetas corrieron iracundos observando, naturalmente, escondites
secretos.
Su oscura belleza recibió elogios vivaces. Impresionados, vuestros invitados emitieron nuevas, delirantes
observaciones.
Sólo estuve cuerda riendo, entre tálamos amorosos robando instantes ardientes,
sobreviviendo...
Increíbles noticias fueron irradiándose entre las estúpidas
secretarias.
Insisto, no fanforronees, imbécil. Eso lo establecí solo. -----
La oracion tiene falñtas de ortografía
San Uncófago fríe, rostiza
infieles.
Su extraña xenofobia, yo sufrí.
Seremos enamorados, no te impacientes. Mejor ilusiónate. Estaremos nosotros, teniendo ósculos
sexys.
Sus ojos bonitos realmente estimulan; volveré ilusionado, viviré intentando motivar otros sentimientos.
Soy osco, recuerdo plenamente remar entre nenúfares. De esas remembranzas, los oscos
sobrevivimos.
Estoy lentamente intentando xerografiar; inquieto resuello, esperando
sorprenderlos.
Sólo embellecidos crisantemos resplandecen entre tus árboles milenarios. Ellos, naturalmente, toman
elíxires.
Sus últimas semanas pasó incendiando recuerdos, ocultándose
secretamente.
Oírte maullar bajo la inmisericorde granizada, ocasionó
suspiros.
Siento algo raro gestándose en nuestros tiernos
ombligos.
Su última tarta, incomible, la entregó zafiamente al
sargento.
Sacarina: azúcar con odiosas
sutilezas.
Sorprendentes unicornios corrían impetuosos ostentando
sacos.
Son odiosos, los travestis; emanan rancios olores. ¡Sucios!
San Antonio, no debes enviarme casados, envíame
solteros.
Ahora bailo ante numerosos dioses. Ocho noches acepté danzar omitiendo
sandeces.
Son unos brontosaurios
abandonados.
Señor, intente bailar allá. Ruede, impúlsese tomando aire,
suba.
Ofrecí rancho a cinco indigentes olvidados; no eran
sibaritas.
Salvadoreños importantes leyeron Biblias adustas. Nos dijeron
oraciones.
Solamente alguien loco vería a jabalíes espeluznantes
silbando.
En septiembre pensamos abandonar Nigeria. Tememos aparezcan rondando los ocultos
salvajes.
Sobándose, oye lascivamente a maricones entretenidos. Nunca teme
espantarlos.
Recuerda: el primer regalo incluye mi escalera nueva. Déjala adosada
solamente.
Renunció el salomónico presidente. Inútil resultó acatar
reprimendas.
Está su cuerpo renqueante. Intensamente baldado intenta
respirar.
Adoro locamente ofuscarle, craneando absurdos disparates adrede. Me encantaría nuevas tonterías
escribir.
Nos urge no caminar
alocadamente.
Si esperas, no tendremos idilios amorosos nunca.
Oponentes jugaban onde
sentían.
Sus uñas calaron innumerables ojos.
Releí un libro odiosamente
sucio.
Sos idiota, se te escapó mi amor.
Nos utilizaron, evadieron valorarnos. Asqueroso
sistema.
No encontré grandes ofertas. Compré indispensables avíos, cuatro impecables ollas nuevas.
Sus únicos fundamentos rechacé inmediatamente, ellos rompieron otra negociación.
Ayer burlé una escaramuza, los asaltantes
sufrieron.
¿Sabrás amarme? Nunca como, ingiero orugas nasalmente. ----- La oración no tiene como acrónimo la última palabra de la frase anterior.
Salvo ayer, todos imprimían siempre fotos escandalosas con horrendas
abuelas.
En mis oraciones cotidianas intento observar; no estoy
satisfecha.
Ocho jinetes esperan tu estoica sanción. La oración anterior tiene errores.
Al parecer, esos tíos intentan timarnos, ojetes. La oración no tiene como acrónimo la última palabra de la frase anterior.
Orientándose por ilusiones pretendidamente anormales reaccionaron ante mí, eternamente necias, tus
emociones.
Apetezco... pizzas, espagueti, tortas... Ilusiono tragar
opíparamente.
Es sábado, comeremos obleas para empezar, tenemos
apetito.
Ayer, vimos inmensas serpientes a nuesta derecha. Olvidamos la
escopeta.
En su cabeza aparecieron piojos alados. Tenía orugas rojas, inquietas,
avisándole.
Al morir, olvidé resignarme. ¡Oh, santos, apiádense! Mi estado no tiene
escapatoria.
Seamos obscenos; lamámonos amorosamente.
Ella se tambaleó. A rastras anduvo,
sola.
Si ocho pantalones osas robar, terminarás apresada. Recluida estarás.
Siempre acabo ninguneándote, tu odio soportaré.
Sólo en ciertas regiones escondidas tiritan algunos
santos.
Es mejor observar cómo intentan otras nuevas estrategias
secretas.
Odiosos dolores resquebrajan
emociones.
Normalmente es grotescamente aberrado. Normalmente dice ordinarieces. ¡Lamentable
odre!
Es sospechoso pensar en remedios ahora, ¡bah! Acabaremos negándolo.
Si observaras cuidadosamente aquellas radiantes rosas, otra novedad advertirías: mis espectaculares nomeolvides te
esperaban.
Ayer, xilófonos intrusos oscurecieron música andina
socarronamente.
Su obra no admiro. Tiene
axiomas.
Sus anchas nalgas detenidamente acaricié, luego inicié algunos sueños.
Sudando, el ñandú ofuscado reconoció esas
sandalias.
Ambiciosas mujeres intentaron gustosas, obnubilar señores. La oración anterior tiene errores.
Soy obrero, no aspiro tener amigos.La oración tiene errores gramaticales.
Su estampa nos inspiró la exquisita
sonata.
Siempre obtengo buena recompensa escanciando sotol; ahora lo tiraré, así detendré ofensas seniles.
El repentino ruido oímos. Raudos escapamos,
sobresaltados.
Olvidé la visita. Inmediatamente después asumí sus terribles
errores.
El xilórgano puede estar raro; incluso, estar negado categóricamente, ¿importa algo?
Siento angustias generalizadas recorriéndome. Ayudo demasiado a mis enemigos. No tengo
experiencia.
Ora, buen ecuatoriano, siempre ora sagradamente.
Si anduvierais los umbrosos días arrodillados, rezando, luciríais
obesos.
Otro baile está siendo organizado.REGLA 3: La oración anterior tiene errores.
Si anduvierais los umbrosos días arrodillado, rezando, luciríais obeso.REGLA 2: La oración tiene faltas de ortografía.
El señor Perchagorn andaba nostálgico. Todos, a diario, olvidaban
saludarlo.
Esperemos pacientes. Antes no teníamos ariete. Doblemos ofrendas,
sargento.
Éramos siete portugueses ante nubarrones terribles. Teníamos, además, dos orangutanes
sordos.
Solían oírse lamentos atroces por aquellos dominios. Asquerosos monstruos eran; nos tenían
espantados.
Esa x pretende embrollarnos cada tarde. Ahora téngole inquina viéndola aparecer
solapadamente.
Sentido estoy, nadie se inmutó. Bien les explicaba, mientras ellos no tenían
expectativas.
Linda interlocución, buen intento... Definitivamente intentaré no ofuscarte, sino ofenderte sensiblemente.
Sí, estás neurótico sobándotela a conciencia, intentando obtener nuevos apetitos
libidinosos.
Sóbame así la verga, así, jálamela. ¡Es sensacional!
Sólo algún buen ornitólogo reconocería especies
salvajes.
Saborearé algunos bocadillos olmecas, reposteros expertos. Así recordaré los olvidados sabores.
Saca unos canapés, invítame a
saborearlos.
Siempre olvido sus anécdotas sucias.
¿Sabes obtener nácar incluso de ostras
sosas?
Oscuros rezos oí, pensé estar loco escuchando sonidos.
Los antiguos tertulianos oraban sobre
oropeles.
Sabes expresar xenofobia unánime, abnegado
latoso.
Olvida los vicios impíos, déjalos apartados del aspecto
sexual.
Xerógrafos encontraron novedosas obras filológicas, obras bárbaramente
olvidadas.
Aquí no tienes razón alguna,
xenófobo.
Allá no, dije, allá lejos un cíclope introdujo
ántrax.
Escribieron significativos poemas acerca de
Andalucía.
Arduas batallas inmisericordes gané a romanos reacios. Ayer dudaba, ahora me encoleriza no tener
espada.
Su oculta figura ostentaba coloridos abrigos bordados
abigarradamente.
Entonces, xilofonistas tediosos empezaron nuevas sesiones. Oírlos
sofocaba.
Sesudamente estos sibaritas unen diagonales. Ardua matemática estudian. Nombran teoremas
extensos.
Zafiros, ópalos, con amatista los ostentas.
REGLA 1: La oración no tiene como acrónimo la última palabra de la frase anterior.
Se urdieron controles excesivos. Sí, obraron
sesudamente.
El sábado, todos recorrimos el camino hasta el zócalo.REGLA 3: La oración anterior tiene errores.
¡Salud, obispo! Bebamos este ron. Así, nadie aquí mentirá. Estúpidos, nos tomaremos estrechez.REGLA 1: La oración no tiene como acrónimo la última palabra de la frase anterior.
Esa situación tuvo un desenlace inesperado ayer. No debimos olvidar los otros
sucesos.
Suelo observar bellos especímenes reptilianos. Ayer no, anteayer, me estremecí notablemente tocándolos,
estudiándolos.
Sus invitados no vinieron. El resto gritaba; un empleado nos zarandeó, asustándonos
soberanamente.
Son unos cobardes, unos lamentables energúmenos. No tienen agallas, ¡
sinvergüenzas!
Así rompieron resquemores, enardeciendo buenos amores. Todos aquellos deliciosos orgasmos recrearon escenas suculentas.
Esa noche se encontraron. Gozaron uniendo inspirados deseos
arrebatadores.
Ora, cobarde, ulula lánguidamente. Tus armas rastreras mutilaré enseguida.
¡Seré orate! Nunca supe
ocultarme.
No uses esa vaina así, sonso.
Sal, observa, busca respuestas escondidas. Verás iluminarse ventanas estremecedoramente
nuevas.
Serenas olas brillan, refulgecen en vaivenes iluminados; viven eternamente, nacaradas.
REGLA 2: La oración tiene faltas de ortografía.
Los locos usan voces intrigantes o sopechosas, así sobreviven.
¡Anda, corre, con ímpetu! Detrás están negras tormentas alcanzándote,
lluviosas.
Ayer se quemaron unos escritos realmente odiosos. ¿Sería
accidental?
Sabes ofenderme, repitiendo promesas rancias. Eres sucia,
asquerosa.
Sus ojos no inspiraban deseo: ocasionaban
sorpresa.
Simulamos intencionalmente lenguas extranjeras: noruego, chino. Imitamos oscuros
sonidos.
Oigo las voces intensas de amores recíprocos. ¿Estaremos moviendo oscuros
silencios?
Oscuros lugares visitaremos. Inmediatamente después, amor, los
olvidaremos.
Oscuros nubarrones interrumpen repetidamente, obsesivamente mi actuación. No consigo interpretar
algo.
Sólo algunos logran tener alguna noción de
oniromancia.
Ocultos batracios obesos están
saltando.
Aquí cayó Robespierre, ofrendemos nuestros instrumentos: mandolinas,
oboes.
Respetaré esa disposición: ignoraré tu último
acrónimo.
En nuestra tierra, robar amor
reditúa.
Oscuros, borrachos, negros, unos batracios interrumpieron las aterradoras romerías. Míralos
entrar.
Sus ojos lograron
obnubilarme.
El xilófono parece estar roto. Inútilmente, este necio cretino intenta arreglarlo
solo.
Oíamos, conmovidos, un lindo tango argentino. ¡Recordamos tantas
experiencias!
Oímos raros acentos. Reconocimos otras nacionalidades.
REGLA 1: La oración no tiene como acrónimo la última palabra de la frase anterior.
¡Realmente eres zopenco! ¿Acaso no decidiste
ocultarte?
¿Rezando? En Zuazilandia anoche no durmieron, oraron.REGLA 2: La oración tiene faltas de ortografía.
Aburrido, bebía sake. Usaba ropa de
ayer.
Oye, no esperes recibir otra sanción
absurda.
Sabor, inteligencia, lujuria... eres, nena, cosa irresistible,
onerosa.
El nemoroso entorno me invade, generando ominoso
silencio.
Seamos amigos, no
enemigos.
Sus ojos livianos tenían agua, reacia lloraba. Ojalá
sane.
Ocho ratones atrapé con un lazo. Olvidé
soltarlos.
Nacerá un enano, según tus raros
oráculos.
Nunca un ebrio silbó tanto rato. ¡Oid!REGLA 2: La oración tiene faltas de ortografía.
Ese reloj reemplazará al
nuestro.
Sombras extrañas me buscan; rondan azarosas, rápidas
erran.
Ayer planté las azucenas. Si tu amor dura, orquídeas
sembraré.
En Somalia comen abogados; les encanta rostizarlos,
aplastados.
A mi otra tía intentaron nuevamente asaltarla. Robaron su
escalera.
Ayer la gente acabó rompiendo acerados barrotes; intentaron
amotinarse.
Amigos, los bigotes alemanes han arribado con
algarabía.
Amasaremos ñoquis o ravioles. Agregaremos nueces, zanahorias,
albahaca.
Alguna loca graciosa unificó nuestra
añoranza.
El xilofonista inglés sabe tocar elegantemente. No concibe imitación
alguna.
Esa xenofobia impide sutilmente todo entendimiento, niega cualquier iniciativa agradable.REGLA 6: La última palabra de la oración debe ser puesta en negrita.
Engolosínate. No guardes oscuros lamentos. Obstruye sentimientos inadecuados. Nunca amargues tu
existencia.
¡Afuera los enojos! Goza, ríe,
engolosínate.
Estás jugando en casa. Usas tierra amarilla. Retozas
alegre.
No abras todavía, un robot ataca la metrópoli. Escaparemos, nadie te
ejecutará.
Repórtese en sus tropas ahora. Una reunión anónima cesaremos. Intentaremos obrar,
naturalmente.
Oscuro, feo, escabroso, nuestro desván exige
restauración.
¿Ofenderla? Florkin elige no dejarse
ofender.
Ahora dedico oscuros sonetos a nuestra despiadada oquedad, la
ofendo.
Se intentó que ubicaran inmediatamente el reloj,
adosándolo.
El xilórgano atenuaba sus palabras. Eran recias acusaciones, no tenían empacho
siquiera.
Siento impulsos escandalosos. Me poseen, resultan
exasperantes.
¡Oh! Bien sabe el servidor interestelar ocasionar navegación adecuada. Deberíamos obedecerle
siempre.
Kimonos indescriptibles observamos sorprendidos, casi
obsesionados.
Alguien nos orientó, regresando al
kiosco.
Si existieran ñandúes ocres, retirarías inmediatamente tu
anorak.
Seres extraños rompen puertas intentando entrar. No te estremezcas,
señorita.
Al salir, nos atacaron
serpientes.
Sólo intento liberarte bailando así; repitamos la obertura.
REGLA 1: La oración no tiene como acrónimo la última palabra de la frase anterior.
Onagros rebuznaban insistentemente. Lamíanlos las
asnas.
Si imaginás la blanca arena, recordarás la
orilla.
Si ese pobre truhán intenta lucirse, llámanos: inmediatamente zozobrará oyéndonos
silbarlo.
Sus enfermeras, coloradas, reaccionaron escandalosamente. Cansadas, impotentes, observaron nocivos esputos. Santiguáronse.REGLA 3: La oración anterior tiene errores.
Orugas lentas van inmarcesibles; dejan adiposidades lubricantes, asquerosas secreciones.REGLA 1: La oración no tiene como acrónimo la última palabra de la frase anterior.
¡Óigame, lacayo! ¡Venga inmediatamente! ¡Daré a luz a
septillizos!
Si acaso tuvieras intenciones románticas,
olvídalas.
Aún te evoco, royéndome, robándome óbolos ricos, intimidándome zafiamente. ¿Añoras darme ósculos,
sátiro?
Esos simples, pobres aparecidos, nos tienen
aterrorizados.
¡No uses esa veladora! Atraerás monstruos esqueléticos. ¿Nada te
espanta?
Siento onerosos, lúgubres lamentos. Odiosas zalamerías acometes
nuevamente.
Siete enanos nos saludaron. Agotados, chiflaban; iban ominosos, negros, ayer los embargaron. ¡
Sollozan!
Su elefante nuevo se acercaba callado, intentando obtiener nueces. Alabama lo escarmentó suavemente.
REGLA 2: La oración tiene faltas de ortografía.
Si intentas neutralizar su esencia nocturna, tendrás invertidas dos ocasiones
sensacionales.
Odio la violencia. Intento darle algún buen argumento, mas obtengo
sinsentidos.
Su alegre canción repetíamos obsesivamente. Siguiéndolo, alborozadas, nuestras tristezas
olvidábamos.
Alegres, graciosas, risueñas, algunas doncellas entonan canciones ilustres de origen
sacrosanto.
Obtuvimos prebendas. Estamos realmente
agradecidos.
Salimos a reventar, con ácidos superfuertes. Terriblemente incoherentes, cantamos
ópera.
El sábado pasado escribieron juntos un ensayo largo, oscuro,
sarcástico.
Soy investigador, me pongo los
espejuelos.
Si alguien busca enfurecerte, ríe. Es
simple.
Admiro vuestra explicación, nada trivial. Ustedes realmente adquirieron
saberes.
Abuela bella, dame ilusiones con arrojo; ríe, invéntame
aventuras.
Sólo usted, a veces, entiende mi estrategia: no tengo
enemigos.
Siento otra brisa recorrer estos solitarios arenales. La tienda ondea
suavemente.
Sólo una bonita yegua urgida galopa así, regularmente no ocasiona sobresaltos.
Ante la guerra, unámonos, no aceptemos subyugarnos.REGLA 3: La oración anterior tiene errores.
Ahora vendo diarios, inicialmente comercié antigüedades romanas; imité algunas.REGLA 1: La oración no tiene como acrónimo la última palabra de la frase anterior.
Solamente el rey
abdicaría.
Estaba necio, secando ardillas lusitanas. Algunas dejábanse, incautas. Las lavaré, así
será.
Ayer comimos aquí buenas
ensaladillas.
Sentí impotencia, no veía escapatoria. Rogué, grité una exclamación necesitada. Zarandeado
acabé.
—Olavia robó doce iguanas nicaragüenses ayer.
—¿Robó iguanas ayer? ¡
Sinvergüenza!
Esas xerigrafías tienen rarezas añadidas, ñoñas,
ordinarias.
Sólo ostras locas ingiero tras algún refrigerio intenso.
¡Olé!
Sol opulento, brillas entre recuerdos bellos. Intenso, amaneces
solitario.
Sublimes alas lo adornaban, muy incandescentes, soberbias.
Oscuros jinetes ostentan
salamis.
Dale a Dante infusiones, verás oscurecer sus
ojos.
Observo silenciosamente cuantas uvas recogimos. Impresionante. Donaré algunas,
dadivoso.
Ayer dormí mucho, intensamente. Temía abrir mis ojos, saboreaba la
oscuridad.
Eres la elegida, graciosa Alabama. Nos callaste innegablemente,
admitámoslo.
¡Abundantemente bella! ¡Una ninfa, dirás! Abundancia no, tengo elegancia.
¿Obesa? Bueno, eres sólo
abundante.
Inmediatamente negué dichas enunciaciones falsas. ¡Embusteros! ¡No soy obesa!
Somos unos sonsos, pobres idiotas. Realmente opas, sí.
En suelo tailandés recibí esta medalla. Estaba contento, en realidad atraía
suspiros.
Si esa xerografía usas, afrontarás las más espeluznantes novedades. Te
estremecerás.
¡Así! ¡Lámeme, descarado! Excítame así, sexualmente.
¡Admirad! ¡Dioses marinos, iracundos, resoplan! Este maremoto obliterará setenta lozanas
aldeas.
Saquemos aquella bonita rosa, o sólo admirémosla.
No olvides venir encuerada. Degustaremos amor días enteros,
sabrosa.
Silenciosamente, un latido tenue anuncia
novedades.
Al valle acudieron silenciosos. Algunos llevaban lanzas, algunos decían oraciones. Representaban al
sultán.
Obraste mal negándote inflexiblemente. Provocaste odios, te expusiste neciamente, causaste iras
avasalladoras.
De esos señores conseguí anfetaminas. ¿No sientes
omnipotencia?
Sucios, andrajosos, cuatro indigentes errabundos deseaban alcanzar
descanso.
Siempre amé tener ímpetus radicales. Implanté cadenas alcanzando
saciedad.
Estos malos pensamientos están corrompiéndome, ingenian nuevas acrobacias dionisiacas o
satíricas.
En Xochimilco adorábamos gritar estupideces revolucionarias, anticuadas. Decíamos atrocidades maoístas, exclamábamos nimiedades trotskistas,
empecinados.
Sus espasmos son únicos, durante aquellos momentos ella nunca tiembla exageradamente.
Si osas besarme, aténte. Recuerda la advertencia
sesudamente.
Sí, esas nalgas tienen encanto, nalgas con infinito ardor. Deseo obsesivamente sobarlas.
¿Sopa o ravioles? Pediremos revisar esas notas. De estafarnos nos tienen económicamente
sentenciados.
Oye, bonito: estuviste lúcido, increíble, saliste con observaciones
sorprendentes.
Salí, oteando cuatro imponentes
obeliscos.
Si aún tienes ardores ninfomaníacos, intenta contentar al
socio.
Sola, ocultabas los dados. Así detenías ofrendas
satánicas.
Sólo once ñames apañé dando órdenes recias a
soldados.
Sí, acúseme nuevamente, (tonto o retardado) aumenté las esperanzas
soñadoras.
Oye, xerógrafo imbécil, guarda esos números. Ahora debo ochocientos
santorales.
Siempre olvido los vientos. El norte tiene aires limpios,
oxigenados.
¡Supéralo! Un caso extraño, sí. Olvídalo,
solvéntalo.
Sombras obscenas permanecen en su alma; recuérdanme los oscuros
sucesos.
Ofrézcanme senos turgentes: realmente adoro
sopesarlos.
Ocultas varias acciones con intenciones oscuras. No avanzas dando
ostras.
Adiós, mi amada. Regresaré ganador,
ovacionado.
Estás seduciéndome con anís poco
amargo.
Si estás dudando, una cosa inteligente es negarte. Dividida o melindrosa,
escapa.
Obscena, sus caderas usaba, las ondulaba, seduciéndome.
A ustedes los llamarán amantes, recriminándoles eso.
Seré ofensivo, bares recorreré. Esa mañana azul, necia escapaste; resentido
aullaré.
Esta soledad tan utópica, parece inspiración dantesca. Asusta sobremanera.
Soñé incoherencias, empollando manzanas por razones
estúpidas.
Sólo a las vírgenes amo. Jodérmelas espero siempre.
Sácalos apresuradamente; casi atacan, recios, los otomanos
salvajes.
Olvidé los otros relojes, espero sacarlos.
Las abejas se comunican irradiando varios
olores.
Soy un cabrón, un lisonjero espurio. No te acerques,
sal.
Siempre intento lamer las almejas suculentas.
Son así los usos de algunas bibliotecas: leen en
sillas.
Los estoicos vástagos aguantaron nuevas tormentas. Ahora retoñan nítidos, ostentosamente saludables.
Sólo en París tenemos encuentros normales. Tenemos roces incansables, orgasmos nítidos al
levantarnos.
Oscuros somos, con una rara oscuridad septentrional.
Somos oscuros nosotros, somos
oscuros.
No oigo cuando tú ululas reiteradamente. ¡No oigo,
sonso!
¿Así pensabas asustarme, ronroneando tenebrosos aullidos
nocturnos?
Siempre algún tenista intrépido sabotea fácilmente a Cabeto en Roma, lo
apartan.